Contemplaba desde la ventana el cielo estrellado, escuchando el silencio nocturno.
En una ventana cercana veía a una niña soñar. Saltaba alegremente mientras tararareaba una suave melodía y jugaba con un brillante y delicado polvo dorado, tan dulce, tan llena de ilusión... Y de pronto, oscuridad. Poco a poco se adentró en la habitación, tornando ese dorado polvo en negras cenizas. Un susurro. Nada. Ya no se escuchaba cantar a la niña. Estaba quieta, callada. Una sensación invadía la habitación, miedo.
Pesadillas...
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